Alberto Escobar

Pesa, o pesaba...

 

 

El calor pesa, tensa,
descentra, deshiela
toda resistencia, que
ma el sentimiento,
impregna de impoten
cia la gana de vivir, 
desfigura toda ecuación,
y mientras, aquí, debajo
de un olivo, espero
un buen pronóstico, aquí,
la tele puesta, el parte meteo
rológico como cadena favori
ta, veinticuatro horas de infor
mación bajo palio de una espe
ranza —y solo pido la minucia
de tres grados menos, un suspiro
para la todopoderosía de un dios—. 
El calor no cesa, el descanso solar
que significa la noche no es sufi
ciente a la cargazón del aire, y,
mientras, yo y otros muchos en
pocos kilómetros a la redonda im
ploramos al pie de nuestros altares
que el termómetro descanse tan
solo eso, tres grados, o cuatro, ya
que se pide —es gratis—, y me ha
venido por entre la rendija entre
las hojas batientes de mi ventana
un olor a ropa limpia —alguna ve
cina que tiende la ropa bajo cuaren
ta grados, a la sombra de una som
 brilla de los años setenta—.
El calor pesa, los días se acumulan
como gelatina sobre un pedazo
de estofado, la piscina, abajo, es
ya oxígeno a la vida y el placer de 
sentir el agua fría por dentro y por
fuera es tan exultante que prefiero,
contra pronóstico, que el calor no
remita, no nos abandone, y hacerme
perpetuo a este sentirse pan bajo
el buen hacer de una buena tostadora. 
Lo estoy llevando bien......