Hoy siento que el mundo respira conmigo,
que cada instante es un universo que se expande,
que cada pensamiento es un ala
que me eleva más allá de lo visible.
Respiro y descubro
que incluso el silencio tiene ritmo,
que cada momento vivido
lleva consigo una enseñanza sutil,
una chispa que transforma lo cotidiano en infinito.
No hay fronteras entre lo que soy
y lo que puedo llegar a ser;
cada emoción, cada suspiro,
cada gesto del alma
es un puente hacia horizontes que aún no conozco.
El tiempo no borra, expande;
lo que parece límite hoy
mañana será puerta,
y en cada paso que doy,
mi esencia se funde con la totalidad,
descubriendo que el ser no conoce fin.
Amar, vivir, pensar, sentir:
todo es impulso, todo es vuelo,
y yo aprendo a desplegar mis alas
en cada instante que respira existencia,
consciente de que cada latido
me acerca a lo eterno,
a la grandeza de ser
y de estar aquí,
abierto a todo lo que aún puede nacer.