Yoleisy Saldana

Desde El Olvido

Desde el olvido gritan voces
que nadie quiso escuchar.

Voces con peso, con historia,
con verdad en cada grieta,
con dolor en cada silencio.

Allí quedaron,
bajo la sombra de promesas rotas,
aquellos a quienes les vendieron futuros
envueltos en discursos,
pero jamás les cumplieron
ni un solo sueño.

Allí murió el abuelo,
con la espalda rota de trabajar la tierra,
esperando una pensión
que nunca llegó, se fue con los bolsillos vacíos
y el alma llena de dignidad no reconocida.

Allí están los campesinos,
los que siembran amor, esperanza y alimento,
pero no cosechan justicia,
manos que sostienen al país,
pero que el país no mira.

Allí camina la niñez perdida,
empujada por un sistema indiferente
a buscar abrigo en la calle,
en los vicios, en los vacíos.

Niños que nunca fueron niños,
porque la cuna se volvió esquina,
y la escuela, un sueño distante.

Allí también están los padres,
consumidos por la carencia,
por la desesperanza heredada,
olvidando que la educación
es la llave que abre la puerta
que nadie les abrió a ellos.

Hay madres que lloran,
no porque les falte fuerza,
sino porque les sobra impotencia.

Porque no hay abrazo que calme
la fiebre de un hijo sin medicina,
ni rezo que alcance
cuando el hambre es la única rutina.

Y todo esto —todo este dolor—
ocurrió mientras otros
seguían sus vidas,
mirando hacia adelante
sin mirar atrás.

Olvidando que el silencio no borra
las heridas del que quedó en la cuneta del tiempo.

Políticos hubo, sí,
con sonrisas llenas de discursos,
con palabras que pintaban paraísos,
pero que al final
solo sirvieron para vender ilusiones
que se rompieron como cristal
cuando la realidad se impuso con hambre.

Pero aun así…
aun con el alma desgastada,
todavía hay corazones dispuestos a emerger,
a salir desde el olvido
al que otros los condenaron.

Todavía hay quien sueña
con un mañana distinto,
con calles limpias,
con niños en escuelas,
con jóvenes construyendo en vez de destruir,
con abuelos que vivan con dignidad
y no solo sobrevivan.

Todavía hay esperanza,
aunque tiemble.
Todavía hay resistencia,
aunque duela.
Porque el olvido no mata
a quien decide volver a alzarse,
a pesar de todos los silencios.