Guerra
Mi corazón deja de palpitar
cuando el eco de las bombas ensordece el silencio,
cuando la tierra,
antes fértil,
se tiñe de un polvo que ya no es vida,
sino ruina.
Late solo por costumbre,
en medio de los gritos que perforan la historia,
en medio de los cuerpos que caen sin poesía.
Las ciudades se desploman como castillos de naipes,
y en las esquinas,
los sueños se hacen polvo.
Los ojos que alguna vez reflejaron cielos tranquilos,
hoy solo contienen ceniza.
El dolor ha borrado los nombres,
ha sepultado los recuerdos bajo escombros.
La guerra,
esa bestia sin rostro,
consume todo a su paso.
Pero es mi corazón el que,
a cada latido,
muere un poco.