Nicolás Zalacaín

¿Cuanto?

Existe el dolor real del corazón, físicamente palpable, y detestable.

Madrugada imperiosa, deseosa de sanar. Carrera contra un tiempo destruido, desbordado,

resquebrajado,

sin saber cuánto les quedan a las partes pegadas con pegamento sin manual.

Las viejas y queridas lágrimas de niño yacen en lagos desencajados,

que prometen encauzarse y palpitar a ritmo normal.