Dijo nuestro señor
que bien decía,
que como nadie vive
la ramerita.
No por suerte ni sueño,
va por la vida
del placer a los hombres,
no al de las chicas.
Descansando en la calle,
duerme de día
y se acercan los chicos
con calderilla,
interrumpen sus sueños,
y al desvestirla
su servicio comienza,
nunca termina.
«¡Qué desgracia padece!
¡Qué mala vida!»
Dicen los vagabundos,
su compañía.
Buenas vidas son otras.
¡Ay, te deslizas!
¿Esto es lo que te espera
si eres bonita?