JUSTO ALDÚ

SONETO DEL ASFALTO ARDIENTE

La calle arde -bestia con fuego abierto-

y el niño cruza, espuma de luz breve;

su piel es bronce vivo, rostro incierto

que al aire juega y contra el sol se atreve.

 

Sobre el asfalto late un mundo yerto,

pero en sus manos brota un laurel leve;

del hambre hereda un corazón despierto

y en cada risa un trueno dulce llueve.

 

Giran sus pasos como danzas viejas,

las sombras corren, el horizonte arde;

en sus pupilas tiemblan las callejas.

Voz del alba, y un candor que no tarde.

 

Crece entre muros, polvo y fuego puro,

más guarda un sol que incendiará el futuro.

 

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