edgardo vilches

El Vacío que Despierta

Hay un vacío existencial que muerde la consciencia cada mañana.
Es un abismo que me ahoga y me sitúa en la periferia de la sinrazón,
para que allí despliegue algo de lo que está traficando el tiempo,
con su aguijón que hiere;
es la intranquilidad descarnada de un reloj
que gotea sangre sobre millones de personas
en el apocalipsis de las ventajas
acumuladas en siglos de evolución,
que se han perdido en el quehacer vano
de la compra y la venta.

Es el destino,
que despliega sus signos en los amaneceres rotos de mi ser,
amilanando mis visiones de un mundo nuevo
y condenando mi pluma
a amaneceres fríos y solitarios,
y a los vientos del atardecer que anuncian miedo y tristeza.

Es la tortura del tiempo,
que esconde sus manijas
cuando las arrugas cultivan los rostros
de los adioses perdidos en el tiempo.

Es la osadía de los ordenadores,
que están continuamente redescubriendo
aquello que aún no ocurre,
y se abalanzan sobre este arte rupestre
de escribir lo que mi subconsciente le dicta.

Son formas de enfrentarse
a los míseros espacios de una realidad virtual
empeñada en borrar la creatividad,
mientras los seres que manipulan los edictos
de la inteligencia artificial
ya no reconocen la fragilidad que los hace humanos.