Es un buen delicatessen,
en el centro de la plaza junto a la fuente,
con un pan caliente,
en mis manos a modo solemne...
Después ya nadie,
recorriendo el camino de mi vientre,
nadie, nadie, nadie,
y voy dejando que el tiempo pase...
Hasta que vuelve la noche,
evocando a mi padre donde mirarme,
tan fuerte y grande,
que vivió a base de su pan caliente...
Es un placer simple,
que de una porción de amor y lumbre,
mañana nuevamente,
zamparé mortadela con pan caliente...