William26🫶

El Ladrón Que Inventa Un Paraíso

El Ladrón Que Inventa Un Paraíso
por Mercedes Sosa y Wcelogan (colaboración)❤️

 

No debí cerrar las celosías
cuando el aire soplaba tormenta,
ni torcer el pulso de mis mareas
para adormecer oleaje falso.

No debí socorrer la curiosidad,
esa víbora del deseo reptando
entre mis costillas,
ni dejar que sus manos de pionero sucio
invadieran más allá del ocaso
el frenesí que anudaba mis muslos en hiedra.

Porque ese ácido del deseo
corroe la dignidad más pulida,
arrastra el absurdo más sagrado
y disuelve, sin ruido,
los cimientos que guardan mis principios.

No debí ocultar en mi lengua
las palabras que urgían a la huida,
ni cubrir con terciopelo de ceniza
las esquinas donde chocaban mis presentimientos.

Debí tapiar con cal viva mi piel encendida,
cauterizar las grietas
donde su voz se incrustaba como larva,
y no lavar con el mismo lienzo delicado
el sudor tibio y la vergüenza.

Debí comprender que los cartógrafos del daño
dibujan islas donde sólo hay abismo,
que prometen territorios de miel
mientras siembran sal en los pozos del alma.

Sus mapas mienten con precisión de ángeles caídos:
cada meridiano, una herida futura;
cada paralelo, el lugar exacto
donde la esperanza aprende a desangrarse.

No era amor lo que habitaba sus ojos,
sino esa hambre antigua que devora
hasta el hueso calizo de la confianza,
esa sed que bebe océanos enteros
y sigue preguntando por el agua.

Era la codicia disfrazada de caricia,
el saqueo con guantes de seda,
la violencia que susurra para dormirte
mientras numera, como un rezo,
las costillas que irá quebrando.

Debí reconocer en su voz
el eco de todos los imperios caídos
por abrir las puertas al enemigo
que llegó con regalos en las manos.

Sus palabras eran monedas frías,
acuñadas en la herrería del engaño,
billetes de un país fantasma
que compra, con valor real,
la ruina de todo lo que toca.

Porque amar no es entregarse en bandeja de plata
al ladrón que inventa un paraíso,
mientras desmonta, tabla a tabla,
la arquitectura sagrada del espíritu. 

No es ser la materia prima
de esculturas que otros tallan
con el cincel de la culpa
y el martillo de la dependencia.

Amar es ser río, no pantano;
fuego que ilumina, no calcina;
puente firme, no caos;
esencia que se encuentra, no olvido.

Es la valentía de mantenerse entero,
en la fusión, de darse sin borrarse,
de ser dos que eligen ser uno
sin que ninguno deje de existir.

Y comprendí, con esa claridad terrible
que sólo otorgan los finales verdaderos,
que había confundido la sed con el amor,
la necesidad con la entrega,
el miedo a la soledad con la pasión.

Que había llamado destino
a un hábito con máscara de milagro,
alma gemela a un reflejo torcido,
al eco tullido de mis carencias.

Por eso cerré las puertas,
no con ira, sino con la serenidad
de quien ha aprendido el valor exacto
de lo que guarda en su casa.

Cerré las puertas
y me quedé dentro,
no prisionera, sino guardiana
del territorio recuperado,
que vuelve a llamarse por mi nombre.

Ahora sé que el paraíso
no se inventa: se construye
ladrillo a ladrillo, día a día,
con las manos limpias de quien ama
sin perder el rumbo hacia sí mismo.

Y que el único ladrón verdadero
es el tiempo que perdemos
creyendo que alguien más
puede darnos lo que sólo nosotras
tenemos el poder de crear.

Basta, me dije.
Basta, y fue una oración.
Basta, y fue una victoria.
Basta, y fue el primer día
de mi propia creación.