Me informaron de repente
de la muerte de un amigo,
un antiguo conocido
llevaba años, sin verle
me apresuré en vestirme
para ir a su sepelio
pantalón camisa en grises,
zapatos negros y sombrero.
Me presenté con mi moto
a la puerta de ese entierro
de mi amigo Amador,
en la puerta se colgó
una ficha con su foto
y flores alrededor.
Muy sorprendido me vi
de lo cambiado que estaba,
era mas joven, con barba
y por nombre de Luis,
como buen amigo entré
dando el pésame a familia
pero no reconocía,
a tantos que había allí.
A Matilde recordaba
como esposa de Amador
algo gorda y algo calva,
con un diente de latón
pero la viuda que estaba
sentada junto al cristal,
era muy guapa y delgada
con dentadura normal
le dije, cuanto lo siento
y la besé en la cara
trasmitiendo mi penar,
me miró como extrañada
y de nuevo, bajó su velo.
Todos estaban cambiados
las hermanas de Amador
sus cuñadas, sus cuñados
eran menores que yo.
En esto viene la viuda
acercándose, hasta mi
preguntando si a Luis
en verdad, lo recordaba.
De Luis yo no me acuerdo
Amador, no tiene barba
y su cabeza es calva
por lo menos lo recuerdo,
que Amador.. siempre fue así.
¡Sal de aquí pobre infeliz¡
te equivocaste de sitio
aquí se vela a Luis
Amador, no es conocido
ni su familia está aquí.
Como pude arranqué
la moto, sin el sombrero
y al cura le pregunté,
si Amador, estaba muerto.
Ese Amador no está muerto
quien lo dijo, te mintió
ese gordo embustero
no va a misa y está calvo,
es un gandul y un borracho
y reniega al mismo Dios.
La moraleja de esto
es que a veces por mentiras,
nos confundimos de entierro
y Amador, muerto de risa¡