FRANCISCO CARRILLO

mi amigo Amador.

Me informaron de repente

de la muerte de un amigo,

un antiguo conocido

llevaba años, sin verle

me apresuré en vestirme

para ir a su sepelio

pantalón camisa en grises,

zapatos negros y sombrero.

Me presenté con mi moto

a la puerta de ese entierro

de mi amigo Amador,

en la puerta se colgó

una ficha con su foto

y flores alrededor.

Muy sorprendido me vi

de lo cambiado que estaba,

era mas joven, con barba

y por nombre de Luis,

como buen amigo entré

dando el pésame a familia

pero no reconocía,

a tantos que había allí.

A Matilde recordaba

como esposa de Amador

algo gorda y algo calva,

con un diente de latón

pero la viuda que estaba

sentada junto al cristal,

era muy guapa y delgada

con dentadura normal

le dije, cuanto lo siento

y la besé en la cara

trasmitiendo mi penar,

me miró como extrañada

y de nuevo, bajó su velo.

Todos estaban cambiados

las hermanas de Amador

sus cuñadas, sus cuñados

eran menores que yo.

En esto viene la viuda

acercándose, hasta mi

preguntando si a Luis

en verdad, lo recordaba.

De Luis yo no me acuerdo

Amador, no tiene barba

y su cabeza es calva

por lo menos lo recuerdo,

que Amador.. siempre fue así.

¡Sal de aquí pobre infeliz¡

te equivocaste de sitio

aquí se vela a Luis

Amador, no es conocido

ni su familia está aquí.

Como pude arranqué

la moto, sin el sombrero

y al cura le pregunté,

si Amador, estaba muerto.

Ese Amador no está muerto

quien lo dijo, te mintió

ese gordo embustero

no va a misa y está calvo,

es un gandul y un borracho

y reniega al mismo Dios.

La moraleja de esto

es que a veces por mentiras,

nos confundimos de entierro

y Amador, muerto de risa¡