Siento un impulso que permite vida,
una fuerza que enseña a mi camino
dónde seguir y cuándo yo termino.
Siento una prueba que vivió perdida.
Siento que puebla mi cabeza herida,
sanando los borrones del destino
que sacude mi mente: mi asesino.
Siento que aviva mi existencia excluida.
Pena que no comporta sufrimiento,
sino que llena, luminosa, cierta,
las tormentas de calma y de bondad.
Sentido que pilota lo que siento,
sentido que me abrió la oculta puerta,
pides solo un reclamo: humanidad.