José Luis Barrientos León

Resurrección y simples cosas (A mi amada esposa Adriana, en su natalicio)

 

Había olvidado la luz,

el latido al contemplar los prados,

la simiente plantada,

su destino de florecer,

el roció,

la brisa acariciando los árboles,

el bosque vestido de musgo,

el fruto,

el delirio,

el amor y la rosa.

 

Lo había olvidado todo,

la mañana de verano,

el indulto de un beso,

la mirada furtiva,

el amar desprevenido,

el libro, la carta,

el verbo y el nombre.

 

Había olvidado la vida,

la canción que se musita sin letra,

los dedos que excitan la piel,

el deseo que aún inflama,

la palabra, la suplica,

el anhelo, los labios,

el mar y el deseo.

 

Hasta que llegaste tú,

para cautivar los delirios,

y renovar el lenguaje,

acariciando el alma,

con tu mirar de doncella,

con tu trébol y tu pétalo,

que suscita,

la resurrección de entre los muertos.