—Pero: ¿qué hace con su tiempo?
Una hormiga preguntaba,
ante el oso perezoso
que encontró por la montaña
quien, al ver la hormiga inquieta,
dio respuesta muy con calma:
—Me mantengo aquí en la selva
muy tranquilo en cada rama
de los árboles frondosos
que me dan cada mañana
esas hojas que alimentan
y me engordan más la guata.
E insistió aquella hormiguita:
—¿Pero acaso no trabaja?
—No permite la pereza
porque siempre ella me atrapa
y me siento muy tranquilo
acostado en esta casa
llena siempre de arboledas
a la sombra de sus ramas.
Y la hormiga le insistía:
—¿Solo vive de hojarascas?
Y se vino la respuesta:
—Yo vivo como me plazca
porque vivo de placeres.
Si el trabajo mucho cansa
para qué quiero el trabajo
si hay un árbol salvaguarda.
Ya la hormiga no insistió.
Y se fue buscando bayas
recogiendo en el camino
toda fruta pa´ cargarla
proyectando que en verano
muchos frutos hacen falta.
Y aquel oso perezoso
ya no pudo comer nada
cuando el árbol hueco y seco,
ya sin vida, lo talaban.
¿Cuál será la moraleja,
si a la vida la comparan?
Lo que entienda de estos versos
«dígalo con sus palabras,
que las cosas que usted diga
hoy nos sirvan de enseñanza»