Sí… sé quién eres.
Sé que eres el que le quita el sueño a mi esposa,
el que la hace salir de casa con mentiras baratas,
el que la hace sonreír mirando el celular
mientras yo estoy a un lado como si no existiera.
¿Crees que no lo noto?
La forma en que regresa con el perfume cambiado,
con un brillo en los ojos que ya no es por mí,
con una culpa que disimula abrazándome más fuerte.
Te doy las gracias.
Porque gracias a ti
ahora ella es más cariñosa conmigo,
aunque yo sepa que no soy yo
el que está en su mente cuando me besa.
Pero antes de sentirte un héroe,
pregúntate algo:
¿Sabes por qué vino a ti?
Porque yo la descuidé,
sí… pero también porque ella
quiso sentir lo que conmigo ya no sentía.
No la conquistaste desde cero,
yo la dejé a medio camino.
Te diré algo:
no me robaste nada,
porque para robar se necesita
que el dueño no lo entregue por voluntad propia.
Y ella… se entregó sola.
Disfrútalo mientras dure,
porque si un día deja de buscarme a mí,
también dejará de buscarte a ti.