Haz Ámbar

El saliente a que me aferro

Te tengo constante aunque parezca que no. La apuesta es a mejor.

Me pregunto qué soy yo para hacerte esto a veces. Quizás un monstruo

que aún desconozco me ha tomado en posesión. Ya no digo lo que pienso

porque temo tu reacción, y sé que debería pero me quedo hueco

de tan sólo empezar... Por supuesto me falta repetírmelo más.

 

Escudriño este encierro, demente, esquivo, sin saber que es delirio

todo lo que vivo dentro, y que podría salir si lo deseara con fuerza.

Me privo de mucho bueno por escurrir de su bolsa algún consuelo,

firme aunque me obligue a pisar suelo y adaptarme al ritmo de trabajo.

Me busco en los excesos sin llegar nunca a estar a gusto entre ellos.

El mundo me espía, o es mi cabeza perdida que pesa y me tira

a través de supuestos que disfrazan mentiras, devoto a un olvido

que no existe... Debo conformarme con que mi presencia habite el sueño

de los símiles, asimilando lo que siga como el único camino

que podría en vida darse puesto que no soy quien de conducirme

y si avanzo es malamente... Tengo un hábito insostenible 

al dejarme en la corriente, abandonado a un lado como sobre ver,

sin siquiera una promesa de regreso a ese papel que siento

confundirse con la piel, y temo no salir ya más de él.

 

En la fila hacia el asilo soy yo el más inofensivo.

Voy parejo a algunos más jóvenes y otros más viejos 

en los que apenas ni me fijo ya que son todo pellejo

y yo tampoco me distingo. Convencido por el vicio

di en tocar tan hondo temas que ninguno nunca quiso.

El juramento se deshizo en contra de mi propia voluntad.

Cubrió un manto de ignorancia lo imposible de ocultar.

 

Te cedo el paso adentro y pongo a prueba yo mi fe 

en la humanidad conmigo mismo como uno más.

El pasado aún nítido es la picadura en mi costado

de algún mosquito borracho, adicto a complacerse 

con mi sangre cada noche... Y brindamos juntos ambos

porque más nos aproveche el derroche que es en tanto.

Sólo yo que me distraigo con lo único que encuentro.