Duele verse al espejo después de días de insomnio, duele verse tan maltrecho,
duele el hecho de perder el duelo contra el cansancio y la falta de sueño,
es en este estado de podredumbre y desesperanza con el que me levanto a diario,
si he de confesarme, me confesaré ahora, justo en un asiento de camión a los
escasos minutos de asumir mi papel y seguir picando piedra, preparo mi mente
para afrontar la verdad e ignorar el dolor que cada segundo en mí provoca, y
pienso, y no dejo de pensar que la distancia no ha dejado de herirme, parece que
mi vida no se ha vuelto más que un vaivén de soledades infinitas, aunque no
tenga pruebas de haber estado solo nunca, mis recuerdos no son más que los de
alguien que baila tangos con su sombra.