El aburrimiento,
me lleva como el viento lleva las hojas,
zigzagueando a merced del destino,
esperando pronto tocar el suelo
para conocer mi destino
y acabar con la agonía
del sin saber qué hacer ni a dónde ir.
Pero cuando llego al suelo,
como aquellas hojas despojadas por el viento,
se apodera de mí nuevamente el aburrimiento,
y vuelve a mí la ilusión y la esperanza
de que pronto llegarán nuevas brisas
que me lleven a explorar nuevos caminos o destinos,
y así acabar con este suplicio
de agrio sabor llamado aburrimiento.