Aprender a encontrar
A veces todo se reduce a aprender a encontrar paz.
Esto es algo que me ha llevado mucho tiempo entender.
Vivimos
en una sociedad que nos invita
a disfrutar al máximo,
a vivir prácticamente con euforia cada momento
y aunque, a priori, este carpe diem simplemente parece querer conducirnos a una vida más plena, muchas veces,
es un arma de doble filo.
Lleva a que uno se sienta frustrado e insatisfecho porque, seamos realistas, es imposible vivir en una alegría constante, la vida no funciona así.
Y te das de lleno con la realidad
y no sabes a quién echarle la culpa,
si a los demás por los imposibles estándares que imponen o
a ti mismo
por querer tan desesperadamente encajar en ellos.
Y en ese momento,
ahí,
cuando ya casi ni te soportas a ti mismo,
te das cuenta que en realidad todo lo que te hace falta es PAZ.
No necesitas ni euforia ni halagos. Tan solo paz.
La paz que da sentirse agusto estando a solas.
La paz de contemplar el paisaje en silencio.
La paz de hacer algo que te apasiona.
La paz de estar con gente que te hace sentir uno más.
La paz de simplemente darte cuenta que no te hace falta nada más.
No te hace falta ser perfecto.
No te hace falta encajar.
No te hacen falta fiestas, ni excesos, ni locura para sentirte verdaderamente vivo.
Esa paz.