Han de morir primaveras
y veranos, perecer
han de verse los inviernos
por su vida, estremecer
en los otoños de infierno.
Han de verse y han de ser
amapolas, flores secas
verse rosas entre hierbas
y colmenas, sin su miel
han de verse de papel.
Y serán vidas sin alma
los corderos de los montes
y han de verse amortajadas,
las hojas que cuelgan de ramas
y aunque gritan, no se oyen.
Será el agua despreciada
por las ganas de beber,
y ha de verse amanecer
sin la luz que da el mañana,
todo oscuro ha de ser.
Perecerán en la mesa
tenedores y cucharas
ya no habrá festín ni cena
solamente cuchilladas,
sobre carne que está muerta.
Han de verse las miradas
con la suerte de ser ciegas
y han de vestirse palabras,
disfrazadas de sentencias,
por querer ser escuchadas.
Han de verse los poetas
con el penar de los días,
sacrificando poesía
por dar vida, a sus poemas
y a sus letras de mentira.
Y serán leyes ahorcadas
con la soga del maestro
y han de verse así los versos,
moribundos por las tablas
que la métrica, ha impuesto.
Ha de morir toda gracia
como mueren primaveras,
han de verse entre las hierbas
las rosas, las azucenas
y la miel de las colmenas
entre el agua despreciada,
serán cuchillos y espadas
quien la vista, dejen ciega
y esas vidas sin su alma
serán corderos en mesa,
esperando la matanza.
¿Se mueren o tienen vida?
esas letras y su magia,
¿ está muerta la poesía?
o resucita en las almas,
del que las lee, o del que escriba.
Han de verse las palabras
como luchan, día a día
porque escritas no son nada
y al leerlas, resucitan
de su muerte inesperada.