Ma rose
Bebí de tu mirar, quedé embriagado,
la luz de tus pupilas me envolvía
como el primer suspiro del pecado,
como humo de una flor que me vencía.
Tu aliento me llegó como una llama,
tendido en el jardín, sin resistirme,
la hierba me cubría como cama
de gasa verde, suave, por rendirme.
Las margaritas, leves, me rozaban
como pompas de sueño entre mis dedos,
y el aire susurraba mientras daban
los cielos notas cálidas de enredos.
Sonaba desde lejos una estrofa:
ma rose, ma rose... y me estremecía.
Tus ojos en las nubes, la gran gofa
de un alma que en mi pecho renacía.
Miraba las estrellas, su reflejo
hería dulcemente mi interior.
Pensé en aquella flor que sin cortejo
se abrió sobre mi pecho… era tu amor.