Merche Bou Ibáñez

¿Quién soy yo? I

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En el vídeo el poema musicalizado
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¿Quién soy yo? I
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Del bosque encantado
la mora salvaje,
de cuentos y nanas
el príncipe sapo.
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Murmullo velado
de aquellos que callan,
por miedo a las leyes
que impone el tirano.
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Soy culo del cazo,
cuerda del chorizo,
del nido la paja
y cerro en el llano.
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La voz de los niños
que crecen sin madre
y presos del llanto
se mueren de olvido.
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En mares sombríos
el pirata malo
y el salmón que nunca
volverá a su río.
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Y soy en la cárcel
esa celda estrecha
que acoge en silencio
las penas del hambre.
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Soy la cinta negra
en días de luto
y eslabón perdido
que busca cadena.
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Soy la cabra loca
por qué no me callo,
ante la injusticia
que ataca en la sombra.
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Soy la pobre oveja
que vaga perdida,
por que ya ni en sueños
se la tiene en cuenta.
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Soy el campesino
que entrega la vida
en tierras ajenas
sin ver beneficio.
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Soy la flor del cardo
que nace salvaje
sin querer jardines
pompas ni boato.
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La voz del jilguero
que no sabe qué
hace tras la reja,
si siempre fue bueno.
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Soy la última rana
que queda en la alberca
las otras se fueron
a Marte a por agua.
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Soy el gris obrero
que pasa la vida
en la cuerda floja
hasta verse muerto.
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Soy el grito alzado
de aquel que quisiera
expulsar del mundo
los dioses de barro.
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Y soy la manzana
que pide justicia
por ya tantos siglos
de tan mala fama.
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Soy la voz que clama
sola en el desierto
contra tantos mierdas
que al planeta matan.
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Soy esa que sueña
ser poeta un día
y sean palanca
del mundo sus letras.
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También la que intenta
que ya la mujer
pueda conseguir
igualdad completa.
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Pero nada saco,
nada puede solo
quien de la paella
es tan solo un grano.
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Poema y arreglos de Mercedes Bou Ibáñez
musicalizado por Suno IA
Vídeo hecho con ayuda de Canva y MovieMaker
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Análisis del poema

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En este poema utilizo un monólogo introspectivo que revela una profunda identificación con diversas voces, personajes y metáforas que representan distintos aspectos de la condición humana, social y política. La estructura del poema, fragmentada en múltiples estrofas, funciona como un collage de identidades y experiencias que buscan reflejar la complejidad del ser y del mundo en el que habita.
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Desde un enfoque semiótico, las imágenes que emergen como \"la mora salvaje\", \"el príncipe sapo\", \"el pirata malo\" o \"la flor del cardo\" operan como símbolos de lo salvaje, lo ingenuo, lo delincuente, lo espontáneo y lo resistente, respectivamente. Estas metáforas me permiten situarme en un espacio de marginalidad y resistencia, en el que me reconozco tanto como víctima y como combatiente frente a las injusticias y opresiones.
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El tono del poema es de denuncia y reivindicación, evidenciado en versos como \"la voz de los niños que crecen sin madre\" o \"la manzana que pide justicia\", que expresan el sufrimiento social y la urgencia de cambio. La repetición de frases y el uso de enumeraciones refuerzan un sentido de multiplicidad y de lucha constante, en la que mi yo lírico se identifica con diferentes actores sociales que enfrentan adversidades: campesinos entregando su vida en tierras ajenas, obreros en la cuerda floja, mujeres que sueñan con la igualdad.
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Por otra parte, el poema también revela un fuerte compromiso con la justicia social y la esperanza en la transformación, aunque este anhelo se ve empañado por la sensación de impotencia expresada en la última estrofa, donde se reconoce que \"nada saco, nada puedo sola\". Esta declaración refleja la percepción de la individualidad como insuficiente frente al peso de las estructuras opresoras, sugiriendo que la verdadera transformación requiere de la unión y la acción colectiva.
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Desde una perspectiva ética y política, he intentado que el poema funcione como un acto de reivindicación del sujeto social silenciado, con un lenguaje que combina el lirismo con la denuncia. La presencia recurrente de voces que claman y sueñan, como la del poeta o la mujer que lucha por la igualdad, sitúa al poema en una posición de abogacía, promoviendo un cambio social mediante la expresión artística.
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En definitiva, mi poema constituye un ejercicio de empatía y resistencia, donde una voz individual se convierte en símbolo de las múltiples voces que conforman el entramado social. La carga emotiva y la variedad de imágenes que se transmiten con los versos permiten comprender que la identidad no es un estado fijo, sino un proceso dinámico de reconocimiento, lucha y esperanza compartida.