🌘 *IV. La culpa dulce*
Me cubre el alma un velo de pecado,
como si el cielo me mirara herido,
y aunque mi pecho se siente partido,
no me arrepiento de lo que he tocado.
Tu miel aún vive en mi cuerpo marcado,
como un secreto que no ha sido oído,
y aunque la culpa me ha perseguido,
el placer fue más fuerte que el cuidado.
No fui la santa, ni la que se espera,
fui la que arde, la que se equivoca,
la que se entrega sin pedir perdón.
Pero en tu abrazo, la culpa no opera,
porque tu fuego, cuando me provoca,
me hace sentir que pecar es razón.