LOURDES TARRATS

Niños del vértigo

Niños del vértigo

Nacieron en un filo de luz incierta,
un sol que arde, pero no calienta.
Con los pies colgando del vacío
y los sueños temblando
como hojas al viento.

Los susurros de las redes atrapan sus mentes,
desfiles de máscaras vacías,
a veces prohibidas.
Las manos que debieron sostenerlos
se vuelven voces que no responden.

Los libros cerrados murmuran ausencias,
promesas rotas entre páginas mudas.
La educación —un reloj sin cuerda—
gira en un tiempo que no avanza.

Bajo neones fríos, persiguen sombras,
tentaciones de polvo, de fuego, de olvido.
Un laberinto químico los llama,
escondiendo fentanilo tras promesas de alivio,
cuando el abrazo que ansiaban
ya se ha desvanecido.

Y aun en el vértigo, el deseo persiste.
Miran hacia arriba,
buscando una brújula que ya nadie nombra.
Quieren volar por encima del precipicio,
aunque no recuerden cómo poder hacerlo.

En la soledad de habitaciones cerradas,
sus risas ahogadas son cantos de sirena.
Los espejos les devuelven
rostros que no reconocen.

Los algoritmos les roban la inocencia,
hilando espejismos con luces brillantes.
La conexión se convierte en prisión,
y la libertad, un sueño en ruinas.

Pero en medio del silencio,
algo brota entre escombros.
Sus corazones aún palpitan.
Hay un cántico leve, una descarga rebelde,
y en sus manos germinan
semillas de esperanza, semillas de luz.

En sus miradas, fractales del vértigo,
mapas de cicatrices sin instrucción,
que nadie se detuvo a descifrar.
El mundo rueda sobre sus hombros frágiles,
mientras la inocencia
se pierde como un río en tinieblas.

Aun cuando la noche se cierra,
y las estrellas son agujas en su piel,
emerge un fuego sin cenizas.
Una luz rebelde que aún llama:
desafío.

Son los niños del vértigo,
hijos del cambio abrupto,
arquitectos del futuro
que aún no existe.

Sus manos, aunque trémulas,
sostienen el mañana.
Y sus voces, al fin,
rompen el silencio
exigiendo un nuevo amanecer.

No son solo víctimas.
Son futuro en construcción.

Son los niños del vértigo.
Los que, temblando,
aún se atreven a caminar
hacia el amanecer.
— L.T.