CUÁNDO UN HOMBRE AMA A UNA MUJER
Cuando un hombre ama a una mujer:
Su visión se nubla como una espesa niebla ante sus posibles faltas,
Pues solo percibe una presencia sin mancha, completa en su esencia radiante,
Atribuyéndole cualidades excelsas que ocultan cualquier sombra pasajera,
Convirtiendo sus gestos más simples en actos de pura bondad sin igual.
Cuando un hombre ama a una mujer:
No duda en desprenderse de sus bienes terrenales, sus tesoros y monedas,
Ofreciendo sin reserva hasta la última posesión que guarda con celo,
Acepta la incomodidad más dura, el frío suelo o la tormenta inclemente,
Si ella indica que ese es el camino necesario para mantener su frágil unión.
Cuando un hombre ama a una mujer:
Entrega la totalidad de su ser, su corazón desnudo y su futuro incierto,
Anhelando con fervor retener ese afecto que da sentido a sus días,
Suplica con ternura, con palabras bajas, que no le causen heridas profundas,
Pues su espíritu queda expuesto, vulnerable al más leve gesto de desdén.
Cuando un hombre ama a una mujer:
En lo más recóndito de su existencia, ella puede sembrar honda amargura,
Si juega con sus sentimientos, si lo engaña con falsas promesas al viento,
Suele ser el último en comprender la cruel realidad que otros vislumbran,
Porque sus pupilas, veladas por un amor intenso, pierden toda claridad.
Cuando un hombre ama a una mujer:
La contempla como la criatura más hermosa, única bajo la luz del sol,
Una belleza incomparable que eclipsa todo lo creado a su alrededor,
Imaginando sin cesar un porvenir eterno a su lado, sin fin ni ocaso,
Lleno de una dicha constante, de paz profunda y armonía perpetua.
Cuando un hombre ama a una mujer:
Le confiere una nobleza de espíritu que quizás no habita en su interior,
La coloca sobre un altar elevado, lejos del polvo de lo mundano y común,
Creyendo firmemente en la pureza de sus intenciones y su alma generosa,
Tejiendo con hilos de esperanza sueños de una vida entrelazada sin fin.
—Luis Barreda/LAB