Por Humberto Frontado
Nobel tardío,
malabarista de palabras andadas,
con los sentidos prestos a desaparecer
en nuestra pertinaz ceguera
sorda y desalmada.
Tu acto en cadena frasal
de un fluir continuo,
es río de conciencia implacable;
sin tregua,
de escasos meandros concedidos al descanso.
Omnisciente cuenta cuentos
que no respira entre sumisas comas
y puntos negados.
Emanas irónica y profunda prosa crítica.
Sacas de tu chistera merliniana
denso lenguaje poético,
reflexivo y urgente,
ante la ausencia mortal de conciencia crítica.
Tus ágiles manos hipnotizan
con cuestionables movimientos fuera de lo común.
Humanismo radical,
gesto solidario y eterno.
Serie de trucos
donde aparecen y desaparecen esencias,
gritos que dan sentido al silencio
cómplice de la frágil tolerancia.
Abierto estás al abismo
de entrañables o aparentes verdades inexplicables.
Eres arte del ilusionismo plausible de la dignidad.
Agitando varitas de alegorías monumentales,
sobre el poder ciego, la burocracia inerte.
Tu estilo literario
mágico de único poder,
de memoria anhelada.
El resplandor que mana tu arte nos ciega,
nos sume en caótico rebulicio civilizatorio.
Espejo brutal de nuestra propia ruina.
En alegórica caverna
alojas intermitentes luces sobre la muerte,
la identidad.
El vasto territorio de tus reflexiones críticas
lo dejaste para los que moribundeamos
desde hace siglos.
Tu acto: una voz lúcida,
incómoda y necesaria en la confusión del mundo.
Contra el poder por el humano.
Siempre humana.
10-08-2025