De haber caminado entre la niebla,
tal vez, solo para encontrarme
con la sombra que nunca termina de ser la mía.
De haber tocado el calor de un suspiro,
a la orilla del río, donde el agua arrastra todos los latidos.
De haber tocado el borde del abismo,
preguntándome si aquel vacío tenía alguna verdad,
si alguna vez supimos
qué era lo que nos devoraba.
De haber sido lluvia y viento,
tempestad a destiempo,
y arañar las horas como quien rasga
el filo de un destino que se desvanece.
P Sabag