Mis plantas trémulas
callaron.
Mi carne enmudeció
al ritmo que tu cadencia
surcaba las derrotas
de mi yo ingenuo
que se creía tenerlo todo.
¿Quién te mandó llamar?
¿Acaso no eres feliz?
¿Te soñé?
¿Soy tu víctima
o tu libertad?
Porque eres más real que un verso,
porque sin besarme
me embriagas,
espíritu de los labios.
¿Por qué esperaste a verme
amarrado?
Ingrata circunstancia,
tiempo temerario,
mujer de negra ausencia,
caballo desbocado
de la pasión.
¿Por qué corrompes
la firmeza de mi tierra?
Terca, taimada,
rinde tus armas.
Ya era tuyo.
Y así,
mis plantas trémulas
callan tímidas,
mi carne muda se inclina,
y en el temblor de tu sombra
me quedo,
para que nunca te vayas.