Forma y alma
Me llaman trovador como Neruda;
el hombre del amor, fino, arraigado,
poeta del presente y del pasado
con alma pura, limpia y hasta desnuda.
Mas soy aquel Cabral que canta al mundo
con eco exhortativo, todo exprés:
un Silvio empedernido, un Milanés,
Rubén cosmopolita, Segismundo.
También, me llamo Pablo vehemente,
principio del circuito melodioso,
por tanto, me declaro un religioso
del bien humanitario de la gente.
Y no hablo en este caso de algún dogma
que obstruya la paciencia y el amor:
escribo desde el alma con valor,
buscándole sentido a tantas formas.
Yo veo un mundo mudo, sin opciones,
atado desde el cuello, restringido.
Yo veo un mundo ciego e invadido
por medios y distintas religiones.
Algunos van en contra de los otros;
aquellos que te juran por los cielos,
que cargan la doctrina sin recelos,
la justa y verdadera entre nosotros.
Mas digo que ninguno es lo que pinta:
intentan socabar la dignidad,
por ende, ya perdieron la verdad
y son aquella escena casi extinta.
Samuel Dixon