Octavas reales.
Te fuiste de mi lado y me dejaste
diciendo que querías vida plena
al nuevo mundo veo que abrazaste
y rendida a sus pies sientes la pena
de aquello que en tu paso no olvidaste
y tu recuerdo solo es la condena
que tu orgullo marcó, de más, tristeza
no solo a ti, también a quien hoy reza.
Creíste que la gloria te esperaba,
y hallaste soledad como testigo
la miel que en otro tiempo te llamaba
se torna en hiel al borde del castigo.
La senda que orgullosa caminaba
te deja en un desierto sin abrigo
y el eco de mi voz, ya sin firmeza,
te sigue como sombra en la tristeza.
No pidas que el pasado te devuelva
la paz que tu ambición dejó perdida;
ni el río, cuando corre, se resuelva
a dar al mismo mar la misma vida.
Creíste que la gloria te esperaba,
y hallaste soledad como testigo;
la miel que en otro tiempo te llamaba
se torna en hiel al borde del fustigo.