He encendido mi luz en cada entrega, dejando que arda hasta consumirme. Cada gesto mío ha sido una chispa buscando encender otros corazones.
Pero en sus ojos soy penumbra, un reflejo que no atrapa la mirada. Camino entre ustedes como un amanecer que nadie se detiene a contemplar.
Y me pregunto, a veces, si cuando mi luz se apague alguien notará que la noche se ha vuelto más densa.
No aspiro a ser sol eterno, solo una lámpara encendida en la memoria, un calor que permanezca cuando el invierno llame a la puerta, una huella de luz en medio de su sombra.