Del barro azul despierta la memoria,
allí donde la lluvia nombra al fuego,
y el río antiguo escribe nuestra historia
con tinta de maíz y canto ciego.
La noche guarda el rostro del ancestro,
su aliento sopla luz sobre la arcilla,
y en cada palma vive el árbol nuestro
que escucha al sol danzar sobre la orilla.
La tierra, madre de raíz sagrada,
sostiene en su latido la semilla,
y alienta con su voz enamorada
la aurora y a las libres maravillas.
Hoy vuelve el trueno a hablar en lengua pura,
y el viento viste plumas de ternura.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025