En el mapa secreto de mi pecho
tus huellas aún dibujan coordenadas,
como estrellas fijas en la noche
que orientan el pulso de mi alma.
Hay un hemisferio donde ardes,
fuego suave, memoria intacta,
y otro donde el silencio te guarda,
como un eco que nunca se apaga.
Late con fuerza tu recuerdo
sin permiso, sin horario, sin medida,
y en cada latido, en cada soplo,
eres presencia que no se olvida.
Tu voz es brújula que guía
mis pensamientos a la deriva,
y tu ausencia, esa tierra lejana,
es el norte de todas mis heridas.
No hay frontera entre lo que fuimos
y lo que aún seguimos siendo,
porque tú habitas los dos polos
de este corazón que sigue sintiendo.
Uno sueña con tus caricias,
otro despierta con tu nombre,
y en medio, el alma entera
gira…
gira sin tregua, por donde tú te escondes.