Doce inviernos y veranos,
doce lunas y estaciones,
entre risas, entre manos,
entre lágrimas y canciones.
Hemos visto el sol herirnos,
y la lluvia acariciarnos,
hemos caído… para unirnos,
y vuelto a andar, para amarnos.
Doce años no son nada
cuando el alma se entrelaza,
cuando la herida curada
se vuelve flor en la plaza.
Te vi en días de tormenta,
te vi en luces de esperanza,
y en tu amor mi vida cuenta
cada instante que no cansa.
Si la vida nos separa,
si el tiempo busca alejarnos,
ya aprendimos: nada para
a quien decide abrazarnos.
Doce años, mi destino,
mi refugio, mi camino,
entre el cielo y la marea,
te elijo… y tú me deseas.