A veces me pregunto
si la amistad entre
un hombre y una mujer
puede existir sin la sombra
de la atracción rondando sus pasos.
Parece que siempre
hay una cuerda invisible,
hecha de deseo físico
o de un anhelo más profundo,
tensando la relación
sin que nadie lo confiese.
Y cuando uno de los dos
no corresponde,
esa cuerda se rompe.
La risa se apaga,
las conversaciones se enfrían,
y la amistad, que parecía tan pura,
se disuelve como tinta en agua.
Quien solo quería un amigo
se descubre de nuevo en soledad,
con la extraña certeza
de que, a veces, el afecto sin deseo
es un lujo que pocos saben sostener
~
Lo que parecía algo eterno, se convierte en un recuerdo que duele.