Se me están agotando los adverbios,
el papel se ha quedado sin ideas,
esta letra ha perdido ya los nervios;
esta letra, mejor que no la leas.
No le encuentro un motivo razonable,
puede ser que me falte la energía,
o quizás sea la mi musa la culpable
(suponiendo que exista alguna mía).
¿Y si fuera un ataque de pereza?
¿Y si ya no me queda fantasía?
O peor: por desidia, ni me atrevo...
Ya no tengo ninguna teoría.
No descarto pedirme otra cerveza
Que me inspire la espuma. O eso espero.
Em la barra, mejor, porque esta mesa
no me deja acabar un verso entero.
Ponme otra, Manolo, y qué te debo.