Calistenia,
fuerza y elasticidad
para las horas muertas
del verano,
timón de las señales
cuando la vida
se vuelve pregunta.
Sin tierra ni raiz,
descalza en el precipicio,
el aliento de un rasguño
inoportuno y sangrante
enhebra las luces
que traerán el diluvio
donde en las aguas revueltas
flota la verdad.