Arvela1957

Hacerte el amor.

En la penumbra suave de la noche, 
tus ojos brillan como estrellas lejanas,
en el silencio de nuestra habitación, 
las palabras se vuelven innecesarias. 

 

Mis manos recorren la suavidad de tu piel, 
un mapa de emociones y deseos ocultos, 
cada roce en tu cuerpo es un susurro, 
una promesa que se despliega lentamente. 

 

Tu aliento agitado se mezcla con el aire, 
dibujando imágenes en la bruma de la intimidad,
las horas se desvanecen como sombras, 
y el tiempo se convierte en un eco lejano. 

 

En este instante, somos dos universos, 
fusionándonos en una danza sutil y serena. 
mis labios, trémulos, encuentran tu piel, 
cada beso es un verso que no necesita rimar. 

 

Exploramos los contornos de nuestros sueños, 
dejando huellas de ternura en el ambiente. 
el latido agitado de nuestros corazones, 
un ritmo que se entrelaza en la oscuridad. 

 

Así, hacer el amor contigo se vuelve un arte, 
una pintura donde los colores brillan intensamente. 
cada mirada que nos damos, es un destello, 
un diálogo que habla sin necesidad de voz. 

 

Tus manos enredadas en mi cabello, 
un ritual que provoca ríos de sensaciones,
la luz tenue se cuela por la ventana, 
donde los secretos comienzan a brotar. 

 

Cada susurro que exclamamos, es un universo nuevo, 
cada caricia, cada beso, una declaración sin palabras, 
la conexión etérea que existe entre nosotros, 
trazos suaves y tiernos que envuelven nuestra magia. 

 

En cada abrazo que nos damos, el tiempo se detiene, 
y lo infinito se convierte simplemente en un latido, 
las estrellas que brillan a lo lejos, confían sus deseos, 
mientras nosotros danzamos entre sombras y luces. 

 

Hacerte el amor, amor mío, se convierte en poesía, 
un verso escrito en la piel, inmutable e eterno,
y en esta noche, que esperamos nunca acabe, 
nuestros sueños se entrelazan en un suspiro. 

 

Así, en la suavidad de cada momento, 
la vida se expresa en su forma más pura, 
un canto eterno, en toda nuestra intimidad, 
un espacio sagrado en donde todo cobra sentido. 

 

Entre abrazos y besos, risas y suspiros, 
creamos una historia que vive en la memoria, 
y cuando la luna se asoma al horizonte, 
sabemos que hemos tejido algo divino. 

 

Que, en la sencillez de nuestros gestos, 
se encuentre la profundidad del amor.