Los veinte tenían frío
y nadie los cobijaba
sentían escalofrío
pero a nadie, le importaba.
Aquellas noches de hastío
los veinte nadie arropaba
y juntos, en el vacío,
aquel frio más abrazaba.
De pronto los acogieron
dos almas benevolentes
y espero que no te asombres.
Les digo, son muy corrientes
y de favor nos pidieron
que adivinaran sus nombres.