Tus ojos buscan los míos sin razón,
como dos llamas que quieren fundirse,
y aunque el mundo intenta confundirse,
yo sé que en tu mirar hay sed y son.
No hay tacto, no hay palabra, ni perdón,
solo el temblor que empieza a expandirse,
como un secreto que quiere decirse
pero se esconde tras la negación.
Nos cruzan otros, fingimos distancia,
pero en tus pupilas arde mi nombre,
y en mi silencio tu cuerpo se enreda.
Es fuego puro, es dulce arrogancia,
que el amor que no teme no te asombre,
porque en tus ojos mi alma se queda.
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