LOURDES TARRATS

Soy la Madonna explosiva de Salvador Dalí

Soy la Madonna explosiva de Salvador Dalí

Soy la Madonna explosiva,
la que el mundo intentó clausurar
entre vitrales,
símbolos,
y rezos aprendidos.

Me quisieron intacta,
pero yo ya era fuego.

Me dibujó el genio,
sin carne, sin deseo,
sin voz —
pero aún ardiendo estoy
en los márgenes
del dogma que me negó.

Fui madre,
fui cuerpo,
fui templo.
Y sigo siendo todo.
Toda esa mujer.
¡Toda!
Incluso la que desafía
al genio que la encerró.

No fui virgen de pureza,
fui virgen sin permiso.

En mi vientre cargué
al mundo sin yo haberlo pedido.
No fui cuna de milagros,
fui de un destino impuesto.
Y aun así,
lo acurruqué entre mis brazos.

Fui adorada en silencio,
pero nunca escuchada
cuando quise decir:
tengo hambre de cuerpo,
de beso, de toque,
de respiración, de anhelo.

Adórame.
No como se adora un altar,
sino como se atiende una herida
que quiere sanar.

No estoy entera —
pero no soy ruina.

Cada hueco que ves
es un espacio que espera
ser colmado de algo
que no se arrodilla.

No me toques con rezos.
Tócame con carne.
Con duda.
Con hambre.
Con la voz que no sabe rezar
pero quiere quedarse.

Y si vienes,
ven sin promesas.
No busques mi santidad.
Búscame donde tiemblo.

Llena mis huecos
con tu sombra.
Reza —si quieres—
pero sobre mi piel y con permiso…

—L.T.