Extasis Cósmico
En mi pecho un torbellino crece sin parar,
tormenta que me arrastra sin piedad.
Tu contacto me domina, no puedo escapar,
mi albedrío se dobla ante tu verdad.
Se quiebra mi cordura, lo salvaje nace,
nueva realidad cuando juntos estamos.
Piel al descubierto, secretos que callamos,
un universo extraño que al tacto crece.
Soy blanco de tu fuego, tu ardor que no cesa,
tu ímpetu feroz que me hace temblar.
Te entrego mis anhelos, mi ser sin disfraz,
la quietud de mi alma, mi escudo quebrado.
Eres enigma puro, dos caras unidas,
llovizna de ambar, fuego que derrites.
Imanes ocultos, fuego que atrae sin querer,
lazos invisibles que no han de romperse.
Noche de oriente, danzas ancestrales,
gotas que resbalan, telas que se pierden.
Encuentro perfecto, fuego que crece,
deseo sin límite, alma que se entrega.
Pronuncia tu afecto, calma este ardor,
que mi boca conozca el sabor de tu miel.
Siempre me consumes, cambias mi ser,
llévame al abismo, hazme ascender.
Se rasga lo frágil, la fiera aparece,
galaxia distinta si tú me posees.
Sin velo ni sombra, solo tú y yo,
en el lecho profundo donde el tiempo se esfuma.
Y en el instante cumbre, donde el mundo se para,
un temblor profundo, cuerpo y alma estalla.
Un suspiro eterno, piel con piel fundida,
ola infinita de dicha encendida.
Se apaga la lucha, la meta se alcanza,
paz radiante cubre la esperanza.
Todo se entrega, nada queda atrás,
solo el silencio tras el fugaz
estallido glorioso, dulce y total,
el universo en un solo latir final.
—Luis Barreda/LAB