Saliste corriendo,
gritaste desde lejos,
—¡Me gustas!— dijiste,
y rompiste mis reflejos.
Corrí tras tus pasos,
te abracé sin temor,
y temblando te dije,
te amo con fervor.
Tu sonrisa de luna,
me devolvió el querer,
como un pacto secreto,
que nadie puede romper.