Después de la lluvia,
volví diez días después....intacto,
con la frescura misma del viento y
con lo fresco de la advenidera primavera;
A vaciar mi saco de pobre hombre,
a besar a la ausencia sin insustanciales costados y circundar las desgracias
con sus ocurrencias...
Hay bramidos, aullidos, sirenas y
brisa que provoca oscuro sueño
mientras el silencio grita: \"El parlanchín
no habla y el contestador no contesta\"...
¡Y atrás, muy atrás quedaron mis huesos!
Por si los quieren revisar, señores...
Atrás dejé mis huesos. Por lo tanto,
es tanta la tristeza onírica que
golpea tanto; que mi cuerpo conservado
en apuradas lozanías aún conserva cariño.
Porque es tanta la vida
en una pesadilla que:
¡Ya no hay sueño que la aguante!....
Después de la lluvia,
volví diez días después....al eclipsar
de dos lamentos, al socorrer
de la muerte estacionaría;
Con las manos sucias y el temor preponderante a un lado. Pensaba: \"¿Estaré entregado a los resplandores?
¿Al ufano pasado, al regente de la suerte?...
¡Y atrás, muy atrás deje mis huesos!
¡Por si los quieren revisar, señores! concentran el recelo de otro
momento y la insurecta bronca
anónima de siempre...
¡Y atrás, atrás quedaron mis huesos!
Junto al odio del amor y
la abundancia de pobreza.
En la ausencia que transita influyente... ¡Atrás, muy atrás, cobardes...
quedaron mis huesos!
Hernán J. Moreyra