Visten al lobo con piel de justicia,
declaman en la plaza como dioses,
reparten pan con manos de avaricia
y siembran sombras bajo los relojes.
Ofrecen cielo con tinta vencida,
se erigen como voz del desvalido,
pero el aplauso es puerta compartida
al reino del capricho corrompido.
Hablan del pueblo, mas no lo respetan,
lo usan de escudo, le venden su ruina,
lo adoran cuando vota, y lo detestan
si exige algo más que la medicina.
Incluso el norte, altivo en su baluarte,
conoce al embaucador de banderas:
promete la luz, justicia, libre arte,
y encierra el alma en urnas mensajeras.
El populismo es fuego en la cornisa,
un canto dulce lleno de traición,
una promesa envuelta en la sonrisa
que al pueblo lanza al fondo del balcón.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025