Mi Jémima, pedacito de cielo en la tierra, en tus ojos verdes mi universo se encierra. Eres la mariposa que en mi jardín nació, la ternura misma que mi corazón sintió.
Cada aleteo tuyo es caricia en mi piel, un susurro de amor, un dulce y fiel. Tus risas, cascada de pura alegría, iluminan mis noches, transforman mi día.
Tus manos pequeñas, que mi dedo abrazan, son el ancla que mi alma siempre enlaza. En tu mirada profunda, encuentro la paz, el refugio sereno que tanto me da.
Mi mariposita, mi amor más profundo, eres el regalo más bello del mundo. Que siempre tus sueños se eleven muy alto, y que mi amor te sirva de eterno abrazo.
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