En la cumbre azul del día que despierta,
surcan las aves con alma descubierta,
bordando el cielo con hilos de esperanza,
como un suspiro que danza y no cansa.
Con alas puras, con sueños sin cadenas,
cruzan los vientos, las nubes y las penas,
como si el mundo no pesara en su vuelo,
como si el alma se elevara hasta el cielo.
Cantan su historia sin miedo ni apuro,
tejen sus nidos donde habita lo puro,
no piden oro, ni reino ni corona,
su tesoro es el sol cuando se asoma.
Las aves llevan mensajes invisibles,
versos del viento, secretos imposibles,
y quien las mira, con corazón abierto,
siente que el mundo aún guarda un cielo cierto.
¡Oh, ave libre! ¡Hermana del suspiro!
Tu canto es faro, promesa, y es respiro,
y al verte ir, con luz en tu mirada,
sé que la vida también puede ser alada.