Me consumes.
No como fuego,
sino como pensamiento:
un hilo invisible que enreda
cada rincón de mi calma.
No hay reloj que marque
la medida de tu ausencia.
El tiempo no me sirve
cuando no estás.
Mi cabeza gira en círculos
con tu nombre al centro,
y no hay norte,
no hay fin,
solo este deseo
de tenerte cerca,
de saberte carne,
de saberte mío
aunque sea por instantes
que quemen
más que toda la espera.