El Amor Existe
El amor existe
en la sonrisa espontánea del pequeño que descubre un caracol bajo la lluvia,
iluminando con su asombro la grisura de la tarde cansada.
El amor existe
en el abrazo silencioso que sostiene al quebrantado al borde del abismo,
tejiendo un manto de calma con hilos de presencia paciente y profunda.
El amor existe
en las manos callosas que parten el último mendrugo para compartirlo con el extraño,
convirtiendo la escasez en un banquete sagrado bajo la luna menguante.
El amor existe
en la renuncia valiente a los laureles propios para empujar los sueños ajenos hacia la altura,
donde las alas aprenden a desplegarse contra el viento helado de la indiferencia.
El amor existe
en el gesto de cubrir con un manto la desnudez del herido abandonado en la calle,
oponiendo un dique de ternura al torrente feroz de la crueldad humana.
El amor existe
en la perseverancia de quien reconstruye el puente incendiado por la ira,
ladrillo a ladrillo, con mortero hecho de perdón y memoria liviana.
El amor existe
en la mirada que transforma la cicatriz en constelación única y venerada,
revelando el fulgor oculto en el mármol astillado por los golpes del destino.
El amor existe
como la savia eterna que fluye bajo la corteza agrietada del mundo fatigado,
recordándonos que somos jardineros del edén que anhelamos,
tejedores del día infinito donde el reloj se rinde ante el latido compartido,
y la luz, al fin, disuelve toda sombra en su abrazo incorruptible.
—Luis Barreda/LAB