Te busqué, estuve buscándote, te lo prometo,
porque te busqué por debajo del cielo,
por encima de las nubes, en el negro desteñido
de mis camisas, te busqué en los kioscos,
en las plazas y en mis sueños… que es ahí,
donde a veces te encontraba.
Siempre seguí el aroma en el aire de tu viento,
seguí tu rastro, te digo que hasta viajé a Chiapas,
de ahí a las costas del pacifico, te digo que hasta
detrás de las colinas del desierto de sonora,
pero no, no te encontré nunca.
Pasaron los años, los otoños se me apilaron
unos tras otros y seguí buscándote con el peso
de tu ausencia a cuestas de no encontrarte.
Mira, mírame, me aparté para ti,
pero hasta en mi piel hay surcos
de las décadas,
de lustros,
tan profundos
momentos
de sollozo.
De apuro… ya que en aquellos días mis labios
siempre buscaron a los tuyos,
y tu cuerpo junto al mío ya no era…
Me asistió el frío.
Hice retratos hablados de tu voz, di señas particulares,
es alguien que no se decide entre las rosas y los claveles,
nadie respondía.
Imagino que fumas, quizás con un trago en la mano
a contra luz, en un viejo bar fuera de esta ciudad,
quizás, solo quizás,
estés fumando pensando en que ya te he olvidado
y que todo es mejor, allá donde estás.